Escribo lo
siguiente, no como una crónica sino a manera de memoria emotiva y personal.
Dedico estas palabras con toda gratitud a Abel López López, Diseñador de Modas y
amigo entrañable.
El pasado
doce de Octubre de dos mil dieciseis, tuve la fortuna de estar presente en la
inauguración de su nuevo atelier.
Fue inevitable establecer la analogía causa-efecto de una puesta en escena teatral al momento en que la cortina del aparador se desplegó revelando un espacio de absoluta belleza. Esa primer mirada que dota a quienes la ven de curiosa vitalidad, ha quedado impresa en mi recuerdo.
Existen dos
momentos cuando algo está a punto de ser develado: un momento exterior de
intercambio de miradas y ansiosa predicción y un momento interno que a la
revelación se vuelve de inmediato asombro y diálogo contemplativo. Estas dos
fases me parecen simbólicamente provistas de elementos vinculables con nuestro
propio ser; lo que físicamente somos y lo que nos habita.
La fachada
del atelier es sobria, blanca y equilibrada, evoca cierta similitud con los lofts industriales de Nueva York o
Londres solo que se trata de nuestro México. El
exterior es todo blanco. Hay una puerta central y a su lado, la vitrina del
aparador y dos ventanas amplias y altas a ambos lados de la puerta.
El interior
es de una pureza nívea y minimal, con una amplitud que evoca la
grandiosidad del espíritu; una búsqueda más que un encuentro.
Uno no se adentra
para ser sofocado por el ofrecimiento burdo como sucede tan a menudo, sino que al
cruzar el umbral se sabe instintivamente que el recorrido es también un viaje hacia adentro, que la construcción de la imagen proviene de nuestra voz interior, la
cual encuentra en una prenda, la esencia de lo que somos y de nuestras
aspiraciones.
Los diseños delimitan
el salón, mas aún, son parte intrínseca de su arquitectura. Están sutilmente espaciados
como las notas en una partitura, existe melodía y silencio en proporciones
iguales.
"El alma encuentra en un objeto el nido de su inmensidad"
Recostado
sobre la pared derecha (desde la perspectiva de entrada) se encuentra un
inmenso espejo. Este punto focal es de una fuerza impresionante, una alegoría a Alicia en el País de las Maravillas. Soñamos con otros mundos
y nos ataviamos para hacerlos realidad.
※
Celebro esta
ensoñación y esta poesía ...